


Historia de Brasil
Ilha Grande

Segundo las lettera del explorador italiano Américo Vespucio, la segunda expedición portuguesa al Brasil pasó la Ilha Grande en 06.01.1502 (día de los Tres Reyes Magos en el santoral católico), bautizando la bahía (angra) en frente de la isla, de Angra dos Reis.
En 1559, la Ilha Grande, que hacia parte de la Capitanía de São Vicente (que pertenecía a Martim Afonso de Sousa) fue donado al desembargador Dr. Vicente de Fonseca que aparentemente nunca tomó posesión física de la isla.
Las primeras informaciones sobre habitantes europeos en la Ilha Grande provienen de relatos de tripulantes de la Armada del corsario inglés Thomas Cavendish que ancló en la Isla en diciembre del año 1591. Conforme estes relatos, había cinco a seis casas en la isla habitadas por portugueses y indios que cultivaban mandioca, batata dulce, banana y criaban cerdos y gallinas.
Con la expansión del comercio ilegal por piratas y corsarios, Portugal implantó una guarda costera, comandada por Martim de Sá, controlando toda la costa entre Cabo Frio y Santa Catarina. Fue explícitamente prohibida la habitación de las islas de la región para evitar un contacto entre habitantes potenciales y enemigos de la corona portuguesa. Por lo tanto, la Ilha Grande quedó prácticamente deshabitada hasta mitad del siglo XVIII.
Con la descubierta de oro en Minas Gerais y la implantación de lavouras de caña y de café en el siglo XVIII, la Ilha Grande se tornó el centro principal de la región para el contrabando de esclavos africanos. En 200 años y uno de los capítulos más oscuros de la historia brasileña, embarcaron en las playas de Palmas y Dois Rios inúmeros navíos con hombres, mujeres y niños de África, destinados al trabajo pesado en las plantaciones de azúcar y en las haciendas de café.
Para poder alimentar la demanda de mano de obra, después de la abolición de la esclavitud en 1888, Brasil abrió las puertas para inmigrantes europeos, asiáticos y árabes. Como en algunos de estos países había epidemias de cólera, el emperador D. Pedro II ordenó construir un Lazareto de cuarentena (1886) y un acueducto de abastecimiento de agua (1889). Las ruinas de esta instalaciones se encuentran en la playa Preta, al norte de Abraão.
El Lazareto fue desactivado en 1893, pasando a funcionar como presidio político durante la dictadura militar (un segundo presídio de este tipo fue instalada en la isla Anchieta en São Paulo). La construcción fue parcialmente demolida durante la Revolución Constitucionalista en 1932 y los prisioneros fueron transferidos para la Colonia Correccional de Dois Rios en el otro lado de la isla.
Con la construcción del Instituto Penal Cândido Mendes en 1940, la capacidad de prisioneros fue aumentada para 1.000 personas. El presidio fue desactivado y implodido por el gobierno del estado de Río de Janeiro en 1994. Los prisioneros fueron transferidos para Bangú I y II, dos presidios de seguridad máxima en Río de Janeiro. El terreno y las instalaciones que sobraron fueron transferidos a la universidad de Río de Janeiro que hoy en día dirige allí un centro de ciencia biológica. Algunos ex-prisioneros y ex-funcionarios del presidio se quedaron en la isla abrindo pequeños negocios.
Del final del siglo XIX al início del siglo XX, la pesca pasa a ser la actividad económica principal de la isla. Inmigrantes japoneses viendo de São Paulo instalaron aproximadamente 30 fábricas de saladura de pescado en la Ilha Grande. Debido a la disminución de peces en la bahía de la Ilha Grande, la producción declinó substancialmente, siendo gradualmente substituido por la venda de pescado congelado y, más tarde, por el turismo. En la Ilha Grande viven hoy en día aproximadamente 5.000 personas distribuidos sobre 20 localidades – Viajes & Turismo / Brasil.
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